lunes, 23 de mayo de 2011

El volcán que sepultó a la competencia

Lugar: EL VESUBIO
Dirección: Iturraspe y Marcial Candioti
Abril 2011




  ARMANDO BARREDA


Bueno la verdad no me puedo quejar, me toca volver al blog justo para la evaluación del Vesubio, lugar que suelo frecuentar siempre que puedo. Cuando llegué ya un peñista nos habia reservado mesa (aclaro que el lugar se suele llenar y es uno de los pocos en donde la gente frecuentemente hace cola y espera turno para cenar). Están muy organizados en ese aspecto. Sus precios son mas que económicos y la atención siempre muy cuidada. Arrancamos pues con una entrada de empanadas árabes, el plato principal en mi caso fue milanesa de ternera a la pizza y renuncié al postre: estaba más que satisfecho. Los lisos estaban en temperatura y siempre acompañados de ingredientes, La verdad no tengo quejas, conocía el lugar y sabía lo que me esperaba. En resumen fue una buena noche de charla con amigos, acompañada de buena bebida y comida, ¿qué más puedo pedir?



   ZERO ALCOHOL


Finalmente recalé en un sitio del que había escuchado hablar mucho pero nunca había visitado. El lugar tiene atmósfera de comedor familiar: mucho ruido, familias con niños, gente grande, mesas apretaditas. La atención es uno de los puntos fuertes, algo que debemos destacar en vista de las últimas (flojas) experiencias de este grupo. 

Las cartas (sí, en plural) son de una variedad muy interesante. Una de ellas sólo está dedicada a comidas árabes (probamos las empanadas y casi casi nos llenamos). Otra abunda en los platos habituales en este tipo de comedores: parrillada, pastas (pedí unos ravioles que si bien no me volvieron loco, acabaron definitivamente con el hambre que traía a cuestas), minutas, etc. Y una tercera que me sorprendió, exclusivamente dedicada a pizzas de todos los gustos imaginables, y más. Quedé con ganas de ver la Pokemon y la Super Hijitus. Tal vez la próxima me anime. 

En el rubro bebidas trabajan con la firma pepsi, y ofrecen las de litro, pero sólo la chica en su versión light. Finalmente debo destacar los precios, populares y casi sorprendentes teniendo en cuenta la calidad de los platos. En definitiva,un lugar recomendado si les gusta este tipo de ambientes.




  EL BARÓN DE LA CERVEZA

Hace algunas peñas atrás visitamos el comedor árabe MAKÁNUN DIÁAFAH y en mi comentario lo emparentaba con el Vesubio. Tengo entendido que los dueños de ambos lugares justamente son parientes, con lo que se explica la similitud de los dos lugares en cuanto a la modalidad de atención (donde varios mozos atienden una mesa y el que viene a cobrar no es el mismo que trajo los platos, por ejemplo), la comida (donde se cuenta con una buena variedad de platos típicos arábigos, aunque no llega a ser tan amplia como en el otro comedor, además de respetarse la abundancia de cualquier cosa que se pida), y fundamentalmente en LOS PRECIOS. Así es que este lugar suele llenarse a cualquier altura del mes también. Con el amigo Armando Barreda pedimos varios lisos, que a $2,50 cada uno son una invitación a quedarse un buen rato y volver en taxi (o en una carretilla) a casa. (Un dato más sobre la bebida: en invierno suelen comenzar a ofrecer lisos "negros"). Comí "canelones Vesubio" que casi no puedo terminar y los cuales recomiendo tener en cuenta porque dieciséis mangos un plato como ése es casi un chiste. También hay gaseosas familiares, pero eso lo dejo al especialista en el tema. El lugar igualmente adolece de los mismos inconvenientes del anteriormente comentado comedor árabe: no hay demasiado espacio, las mesas se apretan, generalmente hay que ir temprano o esperar y esperar, no hay reservas, en fin... son las reglas del juego, al que no le guste, hay otras opciones (aunque no a este precio). Ah, también estuvimos muy bien atendidos por todos los mozos/as que pasaron por nuestra mesa. El Vesubio no es una maravilla gastronómica inigualable, pero no defrauda, sobre todo si uno no está apurado, tiene ganas de comer mucho (y rico) y poca plata en los bolsillos.







Calificación General


4.03

martes, 17 de mayo de 2011

Recurso renovable

¡Inauguramos hoy las Peñas Cafeteras! Porque las tardecitas de Santa Fe también merecen un espacio. Durante la temporada otoño-invierno alternaremos las clásicas salidas nocturnas con las mesas de café. Que lo disfruten...

Lugar: ORO NEGRO
Dirección: Casanello y Rivadavia
Abril 2011
 EL CATADOR TEMPLARIO


La sensación del recuerdo vespertino iba In crescendo ese jueves. En parte por lo relatado anteriormente en "Orígenes", en parte por volver a tener esos recuerdos de tardes ya vividas, del aroma a café y de los diálogos con grata compañia. Mi llegada al sitio fue tempranera, dispuesto a pasar el rato leyendo un libro, uno de esos que cuesta terminar, a la espera de los amigos. La amarga sensación de encontrar el lugar cerrado me hizo buscar otros entretenimientos visitando las vidrieras de cercanos locales y preguntando a la gente el horario de apertura del café. Ya cuándo nos habíamos sumado con El Barón el local estaba en marcha y nos dispusimos en una mesa a comenzar la charla.

En resumen y para no alargar demasiado la cosa, Oro Negro viene a ocupar un espacio de larga ausencia en una zona muy comercialmente nutrida y en crecimiento, donde le faltaba a mi parecer un lugarcito para pasar una tarde en un lugar confortable y con buena atención. El orden y limpieza general, la variada carta de la bebida negra y la posibilidad de tomarse una cervecita si la garganta lo demanda demuestra lo que hablo. Por otro lado me hubiese gustado ver alguna torta caserita o tarta de esas frutales como para acompañar en té. Dejamos la propuesta para un futuro.

Que este Oro Negro no sea un recurso no renovable, así que esperenos en otra vuelta!




  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Como lo reseñó magistralmente el Catador Templario, Sin Buscapina volvió una tarde a sus orígenes. Santa Fe permite estas cosas, en la primavera y el verano estar tomando algo fresco y comiendo una picada al aire libre -repelente de por medio-, no tiene precio ni comparación... y cuando llega el fresquito, los días se acortan y nos vemos obligados a dejar las veredas o patios cerveceros para buscar interiores calefaccionados, aparecen las inigualables tardes-noches cafeteras. ¿Cómo resistir cuando uno pasa distraído y el aroma del café lo llama a hacer una pausa, dejar el frío y el ruido en el exterior y cargar pilas con un "feca" con medialunas? Y si es con amigos y hablando de "la vida en otros planetas", las conspiraciones mundiales, o si Colón o Unión van a salir campeones, mucho mejor todavía.

¡Ah, sí, Oro Negro! No puedo más que adherir a los elogios de Zero Alcohol sumando además un voto positivo también para el café vienés, una verdadera joyita. Otra cosa: el lugar es chiquito, es verdad, pero tiene una planta alta que todavía no está habilitada. Supongo que cuando el frío se instale definitivamente se pondrá a disposición y ampliará la capacidad. Hemos descubierto Oro Negro con una primera impresión sobresaliente, ¡seguramente volveremos!



 ZERO ALCOHOL


Cuando la tarde del jueves santo amenazaba con convertirse en una nueva odisea al estilo noche de San Patricio, el único oasis existente en el barrio María Selva abrió sus puertas para inaugurar esta reedición de las tardes de café de los peñistas, inédita sin embargo para los lectores del blog.

Una grata sorpresa. El local es realmente chico, pero lo que ofrece supera las expectativas. La atención fue realmente destacable. La carta ofrece también más de lo que ibamos a buscar: además de una hoja entera de variedades de cafés y bebidas calientes, se incluyen vinos, cervezas, licuados, espumantes, tablitas de fiambres, madalenas y medialunas de distintas clases, tortas (aunque esa tarde no tenían), sandwichs y unos tostados que recomiendo. El submarino negro que pedí estaba algo frío, pero el posterior mini-capuccino llegó a la temperatura justa. Los precios, por su parte, están dentro de las posibilidades del peñista promedio.

Un muy buen lugar para calentar motores en esas tardecitas heladas de Santa Fe.





 Calificación General

 
3.78


viernes, 13 de mayo de 2011

Orígenes

Se vienen novedades en Sin Buscapina, y para comprender los cambios, compartimos hoy una crónica sobre los orígenes de las peñas, hace casi exactamente un año, de puño y letra de uno de los socios fundadores.



SIN BUSCAPINA, LOS ORÍGENES DEL MITO Y LA VUELTA A LAS RAÍCES. 

Por El Catador Templario


Revolviendo y ordenando entre papeles, libros, carpetas, encontré un conjunto de cómics de épocas anteriores, cuándo la lecturas asiduas de estos tebeos ocupaban parte de las horas de esparcimiento entre el estudio y demás obligaciones. Título éste que me llamo la atención donde se relataba los inicios de uno de los personajes más famosos que componen el mainstream del cómic americano. El personaje era Wolverine y el cómic era Origins.

Y esto me trajo a cuenta que no se había hecho una reseña con todas las letras del nacimiento de este espacio, que semana tras semana compartimos en el éter de la web. Los días de otoño, fríos, con hojas doradas por doquier y viento silbando entre las persianas, originó el clima propicio para detenerme a redactar estas líneas, y ahí va....

Sucedían unos días muy similares, pasado un año a esta fecha. Transitaba yo por las calles del centro santafesino, en parte peatonal en parte calle con vereda común hacia un destino en el este de la llamada "recoleta santafesina". Iba a tomar una práctica de una disciplina que había comenzado a incursionar desde hacía poco tiempo. La memoria me recuerda que a posteriori de los personajes que van a tomar protagonismo en breve, vivíamos una época de sincronismos. Término acuñado por el psicólogo Carl Gustav Jung, el sincronismo define a la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de una manera acausal. Quién quiera estudiar más de esto ruego se remita a Jung o al disco Synchronicity de The Police.

El hecho fue que adelantado un poco a mi horario de clases resolví pasar el rato mirando libros en una librería de calle San Martín, a pasitos de la confitería "Las Delicias". Allí estaba yo entre libros de todo tipo, siempre atento a alguna lectura atractiva. Quiera el sincronismo, el macrocosmos o la pachamama mediante, ingresaron por la puerta del local dos ilustres personajes que en futuro llevarían los seudónimos tan identificatorios de El Barón de la Cerveza y Zero Alcohol.

Luego de las presentaciones y salutaciones de rigor, intercambiamos algunas palabras con quien atendiese el local, conocido de los tres, para luego de despedirlo y situarnos nuevamente en la vereda de la librería. Allí según me comentaron, recalaron luego de haber ido a lo que creían ellos sería la velada inaguratoria de cierto curso en las inmediaciones de la FIQ (facultad de química). Tal curso había sido pasado para la semana venidera, con lo cuál mis amigos decidieron volver sobre sus pasos hacia el centro pero con rumbo indefinido.

Puesto que las circunstancias nos juntaron resolvimos sin mucha palabra celebrar la casua/causalidad sentándonos en algún café.
El primer lugar elegido luego de caminar unas cuadras fue el café Havana situado en la peatonal. No me pregunten porqué, pasamos antes por otros locales pero quizás fue la combinación de buenas variedades de la bebida oscura con una oferta de alfajores de reconocida calidad y otras exquisiteces lo que nos decidió en este sentido.

Entre buena conversación y mejor café la tarde se fue retirando. Salíamos ya, cuando los comerciantes cerraban sus puertas y los cartoneros comenzaban su faena diaria. Antes de despedirnos hicimos una propuesta que sonó como casi una promesa: la de volver a juntarnos la próxima semana. Y desde allí no hubo vuelta atrás.

Nuevas localizaciones fuimos visitando, otros amigos/as se fueron sumando, nuevas charlas y debates se fueron dando. Poco a poco fuimos inmiscuyendo en esa especie de cultura del café que tanto hacen las famas de ciudades como París, Venecia o el mismo Buenos Aires. Pero no hablando del estudio de la planta, sus variedades y calidades y su degustación, sino desde el lado sociológico, desde la amistad y de lo que le sucede a uno cuando "pacta" encontrarse con un amigo a tomar un café.

La mixtura de todas esas cosas se fueron plasmando reunión tras reunión hasta la llegada de las temperaturas más templadas y la necesidad de mudar del Café hacia otras locaciones donde degustar algo que hace tan referente al Santafesino: los Lisos y las Picadas.

Es en el verano y en uno de estos mitines gastronómicos donde nació la idea del blog. Donde nos encontramos como comentario de mesa resaltar las virtudes y los defectos de cada sitio que visitábamos y donde surgió hacerlo extensivo al resto de la gente.

Hoy vuelven las corrientes de aire frío y esa necesidad de acercarnos a nuestros orígenes. Por lo tanto nos encontraremos haciendo reseñas de lugares recomendados donde, antes del atardecer y a posteriori de la jornada laboral, uno puede sentarse a leer el vespertino, navegar en internet o disfrutar de la compañía de amigos/as. Eso sí. Con una taza de café en la mano.

martes, 3 de mayo de 2011

Cómo volver a los ochentas (sin tunear un DeLorean)

Lugar: 1980
Dirección: Sarmiento y Maipú
Abril 2011
 EL CATADOR TEMPLARIO 



Barajado estuvo el jueves último en la mesa chica (electrónica) de Sin buscapina. Es que durante esa mañana los mails iban y venían de casilla en casilla para poder llegar a una definición a la hora de establecer el destino gastronómico del grupo. Y es que se trataba de una fecha especial: por un lado veníamos en " buena racha" con los lugares ya que no habíamos tenido decepciones o "goleadas en contra" en un continuum en lo que a términos fuboleros se refiere. Por otro lado el blog estaba inaugurando su temporada "Otoño/ Invierno" en la estética y a su vez, en lo climatológico. La llegada del otoño comenzaba a hacerse sentir, por lo que pronto el grupo comenzaría con otro tipo de visitas, dejando de lado el aspecto tan culinario que lo caracteriza y pasando a otro un tanto más nostálgico, poético por darle alguna definición.
Pero todo esto será explicado en otra edición. En lo que concierne a esta fecha, finalmente el lugar elegido fue uno de los primeros apuntados del que habíamos escuchado hablar en varias oportunidades. Y el peregrinaje inició un viaje en retroceso hacia....1980.

Sito en la intersección de Sarmiento y Maipú, 1980 se apoderó de ese rincón del bonito Barrio Candioti Norte, barrio que había sido olvidado en esta sección pero beneficiado más en calles como Necochea (Restaurant Il Nono) o Marcial Candioti (El Vesubio).

1980 nos encontró en una noche agradable pero un tanto ventosa, por lo que optamos por sentarnos perpendicularmente a la dirección de la corriente de aire y situarnos sobre calle Maipú, ya que el interior del local estaba reservado en su totalidad por tratarse del Jueves de "noche de karaoke" o "karaoke's night" como gusten. Rápidamente nos adueñamos de la carta que una agradable y bonita moza nos alcanzó (las  repercusiones que tuvo esta femenina en algún integrante de SB fueron otro tema que aunque me obliguen NO voy a contar). La carta adornada con fotos del entrañable Superman de Christopher Reeves (el mejor sin duda), del Negro Olmedo, dibujos de Spiderman, música de la época (de las más ricas musicalmente) y otras yerbas recita una correcta variedad de comidas y bebidas.

Al promediar la noche el recinto se llenó completamente y comenzaron a despachar los "metro chop" (suerte de vaso gigantesco que haría caer una catarata de baba a Barney, el de los Simpsons) en las mesas vecinas junto con picadas abundantes y de muy buena presentación. Las tres medidas de liso son un acierto a las "gargantas con arena" que se toman el primero sin respirar y hacen que el vaso se estire un poco.

Junto con Zero Alcohol degustamos una hamburguesa que era una bestialidad, con papas fritas y demás yerbas cuyo única crítica se la podía formular al pan que era bien casero pero que funcionaría mejor con un lomito que con una burguer, y que fue una especie de desafío al estilo "Man versus Food" de la moza hacia uno de los comensales. Ahora que lo pienso, ese fue el momento del "flechazo" ( NOOO LES VOY A CONTAR CARAJO, NOOOO). Otra cosa criticable podría ser la falta de gaseosas familiares puesto que tienen tanta variedad en liso, lástima que solo haya que pedir gaseosas chicas.

En resumen y viendo la variedad y calidad de los platos que pasaban de mesa en mesa concluyo que es un lugar muy recomendable. Aplaudo a estos nuevos empresarios gastronómicos por adoptar la ecuación de buen servicio + buena comida +  precio aceptable = mucha gente. Los resultados están a la vista. Regresé al 2011 contento. Salud 1980!





  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Cuántas veces les habrá pasado sentarse en algún lugar con amigos -pongamos con tres- abrir una carta, leer "picada para cuatro personas" y caer en la trampa, para terminar peleando contra nuestros compañeros por el último pickle -incluso aunque no nos gusten- porque no sabemos cómo hacer para que el bagre enfurecido deje de aullar ante la estafa. Por eso, cuando esa noche leí "Hamburguesa 1980 PARA DOS PERSONAS" me mofé, junté las yemas de los dedos de ambas manos apuntando hacia arriba y me reí a carcajadas... y pedí esa hamburguesa para probar mi punto, seguro de la exageración de la publicidad. Esta moza tan agradable y bonita a la que refirió el Catador volvió para advertir tanto a Zero Alcohol como a mí -los escépticos-, que la hamburguesa era PARA DOS PERSONAS. "Sé, sé nena, vos traé lo que te pedimos", fue nuestra contestación, palabras más, palabras menos. "No la van a terminar", sentenció la moza, y fue como si me dijera "¡A que no!".  Cuando llegó, lo que llegó era un ejemplar colosal que no parecía de este mundo, y por más que tomé aire -y varios lisos- y la encaré con paciencia y dedicación, no pude con ella... con la hamburguesa me refiero, jeje. Créanme peñistas, reconozco públicamente mi derrota, esa hamburguesa ES para dos personas, Zero Alcohol y el Catador apenas pudieron salir airosos de la pelea contra una.

Hablando sobre todo lo demás, 1980 me dejó una muy buena impresión. Todo lo que pedimos llegó rápido y en su punto justo. Los lisos son majestuosos en cualquiera de sus tamaños y estaban bien fríos (quedó pendiente para otra noche donde me "aguanten los trapos" otros borrachines ese metrochopp marca registrada del lugar, que alteraba los nervios al verlo desfilar hacia otras mesas), los ingredientes frescos -cosa poco habitual-, el lugar no es taaan cómodo porque suele llenarse pero tampoco es algo grave, y la atención sobresaliente, porque más allá de "flechazos" y esas cosas (en las que no nos vamos a extender porque no nos conviene), la verdad es que ha sido éste el ítem más flojo en las incursiones de Sin Buscapina por Santa Fe, y esta noche, como bien lo señaló uno de los peñistas invitados, fue diferente porque "todo cambia cuando te atienden con buena onda". Suscribo.

Ah, una recomendación: cuando vayan al baño, sea al de varones o al de mujeres, CUIDADO CON LA CABEZA, ya hubo varias malas experiencias... 1980 lugar obligado para peñistas que se precien. ¡Hagan sus reservas o vayan temprano, y a reirse y disfrutar entre amigos de una noche a pura nostalgia!





 ZERO ALCOHOL


Poco que agregar. Me sorprendió el nivel etario de los clientes (de treinta para arriba, mucho más arriba). Lamentablemente no pude chequear el interior del local ya que todo estaba reservado, así que sólo juzgo la vereda, amplia y con una buena cantidad de mesas bien espaciadas, aunque poco acogedora para la noche fresca que nos hizo. En el rubro bebidas no alcohólicas trabajan con pepsi chica, incluída su versión light. La hamburguesa 1980 superó todas las espectativas: una mutación de la naturaleza del tamaño de una tarta mediana. Y si pensamos que de ella comen dos personas holgadamente por 36 pesos, resulta barata si consideramos que por 18 pesos estamos degustando lo que en otros lados nos saldría 10 pesos más caro. Sólo remarcaría que el pan no era el mejor para este tipo de plato, y que las papas fritas alcanzaron justo. Ah, y muy buena la atención de la chica que nos tocó en suerte como moza. Muchacha que logró flechar el corazón de un peñista, lamentablemente sin reciprocidad hasta la fecha.

NOTA: la carta con fotos de íconos ochentosos es un buen detalle, aunque por ahí se colaron personajes de otras décadas como Popeye y Linda Carter en su rol de Mujer Maravilla. Y no vale decir que está bien porque repitieron esos programas durante los ochentas. No, no. Con esa excusa meteríamos a Los Invasores, serie de los sesentas. Pocos estarían de acuerdo. (Tampoco es tan grave, no me peguen).








Calificación General


3.86