lunes, 25 de julio de 2011

Deshonra oriental

Lugar: JAPO BAR
Dirección: Suipacha 2345
Junio 2011


 ZERO ALCOHOL


Reducto preferido por la gente que quiere pasar desapercibida y a la que le gusta la onda "under". Por fuera tiene el aspecto de un simple maxikiosko con un par de cabinas telefónicas, pero al entrar nos topamos con un largo y angosto pasillo dominado por una barra a la derecha y cuatro mesitas a la izquierda, apoyadas contra la pared. Sobre el fondo hay dos piecitas con algunas mesas extras. La sensación que dá es la de estar en el bufete de un submarino, donde apenas existe la privacidad y donde además hay vía libre para fumar, algo que en mi caso resta puntos. La mala onda del muchacho que atendía llamó poderosamente la atención. Pedimos un café con leche (el mejor de Santa Fe) y unos tostados. "Todo lo que es cocina todavía no" nos dijo el responsable del local, "porque el cocinero llega a las 19:30". El reloj en ese momento marcaba 18:45 aproximadamente. Así que para acompañar la bebida nos tuvimos que conformar con unos sandwichitos fríos que, aunque no estaban nada mal, no era lo que habíamos ido a buscar (además de sospechar que fueron elaborados en otro sitio). Apenas se puede agregar algo más ya que no nos animamos a seguir consumiendo. Dejaré que los otros comensales se extiendan sobre la variedad del menú. "A toda hora de todo" reza el slogan en la carta: algo que tal vez se cumpla en un universo paralelo. En éste, no.

 

  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Antes que nada, hago una aclaración. Tenemos en nuestras filas peñistas fumadores, pero ninguno de los cuatro que habitualmente escribimos tenemos esa costumbre y, la verdad, a sabiendas que en este bar es común que se fume adentro y por eso es elegido por muchos fumadores... en fin, creo que fuimos al lugar equivocado. Aunque con esto no quiero decir que estemos equivocados nosotros, creo que hay dos leyes, una provincial que rige hace años, y una nacional más nuevita que están para proteger a quienes nos queremos preservar del cigarrillo mientras disfrutamos de una tarde de café. Por más que haya una decisión de los responsables del lugar de poner unos extractores de aire en una de las piecitas del fondo del local para que se ubiquen ahí los fumadores... digamos que el espacio es tan reducido que poco se puede hacer, y dependemos de la buena voluntad de gente como la que se sentó al lado nuestro que antes de "prender un pucho" nos preguntó si a alguno le molestaba, como corresponde. Cuando llegaron otros que no fueron tan considerados y directamente prendieron, optamos por acelerar la partida antes que proponer una discusión. 

Aclarado esto, quiero decir que en otras oportunidades la pasé mejor en el Japo Bar. Tengo un gran recuerdo de las pizzas, las hamburguesas, los tostados... todo muy bueno y a buen precio. El café lo había probado antes también y sigue sin defraudar, además lo sirven en una generosa tasa de losa como nos gusta, peeero, le voy a bajar puntos porque en "cafetería" no se contempla sólo el café, sino también todas las opciones con que se puede acompañar... que en este caso se reducían a medialunas o mixtos fríos. Esta tarde quedará en el recuerdo también, pero como la última tarde que fui. Cosas como "No hay tostados hasta que llegue el cocinero"... ¿¿¿??? Teniendo en cuenta que había mixtos fríos... ¿Tan complicada de manejar es la "carlitera" que necesita personal especializado? 

Por ahí soy injusto dirán uds., tal vez no se pueda tocar nada en la cocina si el cocinero no está, ok, olvidémonos de eso... Ahora, ¿por qué si nosotros estamos ubicados desde el principio en un determinado lugar, después llega otra gente y se ubica en la mesa contigua tapando la puerta del baño el reclamo de que nos movamos se hace -y de manera bastante airada- exclusivamente a nuestra mesa? Tarde poco feliz para nuestra peña cafetera, que seguramente pondrá proa hacia otros derroteros. Bar El Japo, sólo para fumadores y peñistas en general a quienes no le moleste el humo ni sufran de claustrofobia.


 

 EL CATADOR TEMPLARIO


La incursión de esa fría tarde de invierno santafesino me dejó varios recuerdos. Por un lado la memoria fresca de los "sentimientos encontrados", mismo que había tenido en la visita al "Sportivo Candioti". Otros recuerdos más añejos venían mientras atravezaba ese portal de Maxikiosco tan bien descripto por Zero Alcohol adentrándome al "lobby del submarino".

He pasado algunos mediodías almorzando en alguna etapa poco feliz de mi vida, las tardes de café con leche ya las transité siempre junto con algún amigo/a compartiendo una charla mientras la hora se diluía y el café se tomaba despacio, disfrutando de a sorbos.

Poco se ha reflejado de ésto en la tarde pasada. Si bien no hay cambios arquitectónicos en el último tiempo, la decoración se deja disfrutar al igual que la iluminación que ofrece una cálida perspectiva. Los baños son incómodos y no están en buen estado, aunque siempre que yo fui estaban limpios.

La carta del menú tradicionalmente escueta esconde algunas cosas dignas de probarse. Claro siempre habrá que esperar que el cocinero esté o bien que haya algún ducho con la carlitera como para entrarle sin asco. A pesar de que no salieron calientes tengo que aclarar que los mixtos tenían buena cantidad de fiambre.

La atención tuvo otro punto flojo. Nuestra peñista, famosa "irritante de mozos" se encargó de lo suyo y logró que el garzón le devuelva las cosas de mala gana e incompletas, para atrás como el cangrejo.

El episodio con los fumadores del fondo (no hace falta aclarar que soy un acérrimo defensor de la tempranera ley provincial contra el humo - a la que yo llamaría "PARA LA SALUD" - y su posterior versión nacional y demagógica) me lo tuve que bancar, hasta que uno de los individuos amagó con arrimarse hacia el lado de la mesa en razón de estar hablando por el celu, tuve que emplear una mirada poco amistosa y hacerle una seña de que vaya hacia donde vino con amenazas de desenvainar el mandoble templario. Cosas como ésta de tanta mala educación deberíamos erradicar, pero como con tantas otras, la culpa no la tiene el chochán.

Haciendo este racconto quedan sólo los buenos recuerdos, como aquellos que uno se guarda de los lugares que visitó, viajó para conocer, las personas que pasaron por tu vida y no las volviste a ver; de todo eso quedan los buenos recuerdos. Es como el café con leche, sólo un buen recuerdo.








Calificación General


2.1

sábado, 16 de julio de 2011

Los Viajes de Sin Buscapina

Lugar: MARCO POLO
Dirección: San Luis 3000 (esq. Crespo)
Junio 2011


  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Venía dura la convocatoria para la peña. Se habían anunciado varias ausencias para aquel jueves, algunas justificadas, otras no tanto -excepto que justifiquemos a los que con veintitantos años se quieren acostar a las ocho y media de la noche porque tienen frío-, y debido a que para las 5 de la tarde estábamos confirmados tan sólo El Catador Templario y quien suscribe, en algún momento hubo voces que hablaron de (¡horror!) suspender la cita obligada de todos los jueves. ¡Pero no señores, por más que no contamos entre nuestras filas a Zero Alcohol ni a Armando Barreda, El Catador y El Barón dejaron bien en claro que Sin Buscapina tiene un compromiso asumido con los peñistas santafesinos y no piensa dejarlos un sólo jueves sin reseña, caiga quien caiga!. Finalmente, tras varios llamados y mensajes de texto, el esfuerzo fue premiado con un resultado óptimo: fuimos 8 los que nos sentamos a la mesa de Marco Polo, y por un imponderable no tuvimos una peñista número 9, sin embargo descuento que en algún otro momento nos acompañará.

La primera impresión al cruzar la preciosa puerta vaivén que dejó afuera el frío de la noche podría resumirse en una rara mezcla entre la admiración y el miedo. Voy a dejar que mi compañero peñista se explaye en cuanto al edificio, pero adelanto que la admiración viene por ese lado: el lugar es imponente, muy bien decorado, iluminado, es cómodo, cada detalle está cuidado tanto en las mesas, en la carta, los baños, la atención... y acá es donde entró a jugar el miedo... ante tanto lujo, me corrió un frío por la espalda al pensar en lo que sería enfrentar los precios. Abrí con mano temblorosa la carta, mientras la otra mano se iba instintivamente a la billetera como si tratara de protegerla. En el último segundo crucé una fugaz mirada con Marco Polo, que desde un cuadro que gobierna el lugar pareció reírse de mí de antemano. Imaginé un plan para nuestra huida masiva, pensé aplicar la excusa de alguna noticia funesta o algo así para ganar la puerta y terminar en algún lugar más acorde a nuestros castigados bolsillos de asalariados... y entonces vi los precios y me relajé. Tranquilos peñistas, si bien no me atrevería a calificar al lugar como "barato", los precios son una grata sorpresa para lo que uno puede esperar de un restó de muy buen nivel como éste. Ya sin miedos, le entré a las pastas, comí unos panzottis a la capresse muy bien presentados y que fueron muy bien devorados y elogiados, y los acompañé con un tinto exquisito que "matamos" junto a un amigo peñista sin miramientos. De postre una copa de cerezas flambeadas con helado de crema americana fueron un digno broche de oro para una noche a puro deleite, tanto por el lugar, la comida y la compañía de amigos. Todo el crédito para El Catador Templario que fue el que propuso visitar este lugar. Una pena que algunos peñistas habituales se lo hayan perdido, pero habrá oportunidad de repetir, ésta fue una grata sorpresa, que sin lugar a dudas merecerá la revisita.
 

 

 EL CATADOR TEMPLARIO



Cita en su primer capítulo: "Aquí empieza la rúbrica de este libro denominado: la división del mundo"
Y no tanto como para hacer una división propiamente dicha, pero si hubo alguna opinión dividida entre los que nos adentramos en el local de Marco polo esa ventosa noche. Algunos aventurados, osados que se adueñaron de la mesa que coincidía con el número de comensales. Otros quienes al momento de entrar se miraron entre sí como prediciendo que esa iba a ser una noche para que las billeteras sangren al ver la decoración y la "puesta en escena" del restó.
Es que cuando uno se adentra en este antiguo edificio conocido desde otras épocas como Casanello está explorando otros tiempos. Al recorrer sus recovecos y tocar sus amplias paredes, cotejar la altura de sus techos, lo exquisito de sus aberturas uno se puede hacer una idea de como se construía antaño, los materiales, las edificaciones destinadas a perdurar.
Ante tanta demostración de arquitectura no hay mucho para aggiornar el tema y con muy poca decoración el ambiente se puede convertir en un lugar más que adecuado para el disfrute de una velada o de una tarde cafetera. Juego con cierta ventaja debido a que en otras oportunidades conozco el edificio a raíz de una actividad pasada pero me fue muy grato reencontrarme con él y verlo tan acogedor.
Quizás entre tanta observación del entorno tardé en darme cuenta de un par de aciertos de la oferta gastronómica, el menú es reducido pero efectivo y el precio no es barato pero tampoco te mata. Falta algo de oferta si no querés caer en  platos con carne. Personalmente comí una ensalada de rúcula con queso y en los postres patiné de lo lindo al elegir unas cerezas que me resultaron escasas pero apetecibles.
Redondeando la noche salimos a veredear y a iniciar la despedida. Detrás nuestro se alzaba el Edificio Casanello, orgullo y patrimonio arquitectónico de la Vera Cruz y desde adentro del mismo nos saludaba la imagen de Marco Polo, como lo habrá hecho al zarpar desde su Venecia natal.
Arrivederci Don Marco!











Calificación General




3.71

lunes, 4 de julio de 2011

Placeres cafeteros

Lugar: TOSTADERO IRIS
Dirección: Belgrano y bv galvez
Junio 2011


 ZERO ALCOHOL


Un local que siempre captó mi atención pero al que nunca había tenido oportunidad de entrar, hasta ahora. Lamentablemente dejé pasar mucho tiempo, pero vayamos por parte. Lugar muy chico, al que conviene llegar relativamente temprano. Por ejemplo, poco antes de las 19:00 ya no quedaban lugares libres (estamos en invierno, temporada alta). La carta es muy generosa en bebidas calientes, y terminé optando por un café moka: delicia que combina café con leche, crema y chocolate. Impactante. Para acompañar revisé la sección de dulces, e inmediatamente mis ojos se clavaron en algo llamado Dúo de Mousse: un postre que en un mismo renglón utilizaba cuatro veces la palabra chocolate no podía ser ignorado. Cuando la simpática moza lo depositó ante mí, me alarmé al verificar su reducido tamaño, pero fue dar un primer bocado que inmediatamente mis sentidos explotaron. Sin lugar a dudas, lo mejor que he probado hasta el momento, con su doble capa de Mousse blanco y negro y el chocolate de cobertura dándole el toque final. Los precios son un poco “salados”, si me permiten el chiste, pero la calidad de los productos ofrecidos es tan buena que merece el sacrificio. ¡Volveré!

 

  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Mientras escribo la térmica está en 1 grado celsius, me acuerdo del capuccino "argentino" que pedí esa tarde y me dan ganas de irme YA mismo a repetir el pedido. Una delicia que elegí entre la infinidad de opciones que se presentaban, porque la verdad, uno disfruta de lo que pide pero sufre por lo que se perdió y se promete volver pronto por la revancha. El lugar, es cierto, no es amplio y eso en esta época provocará que nos veamos obligados a esperar turno o enfilar para otros lares en alguna oportunidad, pero si tenemos la dicha de conseguir mesa, Iris ofrece un lugar cálido, excelente atención, mucha preocupación por el detalle (por ejemplo la porción de pastafrola que me trajeron venía presentada en un envoltorio de celofán y con una etiqueta alusiva al lugar), está en una esquina espectacular en pleno Boulevard Pellegrini con una excelente vista de esta tradicional arteria santafesina, tiene precios razonables -menores incluso que los de otras opciones cafeteras "de élite" de la ciudad a las que no tiene nada que envidiar-, y es un lugar recomendado para los tiempos que corren, donde comenzamos a tener gente de otras latitudes de paso por Santa Fe. Si se quieren tomar un cafecito con algún "foráneo" y quedar bien, no duden en visitar Iris, no hay muchas chances de salir defraudado.

 

 EL CATADOR TEMPLARIO

Ignoro si el local que en el día de hoy es foco de nuestra crítica siempre se llamó así. Recuerdo una de las primeras veces que transité por las calles santafesinas: con pocas referencias salí desde la terminal caminando por calle Belgrano hacia Boulevard, y justo en esa esquina me llamó la atención el fuerte aroma a café que surgía del lugar. En ese entonces se trataba sólo de un tostadero. En pocos años ha cambiado notablemente su fisonomía aggiornándose gratamente al cambio de estética que estaba sufriendo el barrio. Siempre estuvo en la agenda visitar este espacio, tengo que confesar con cierta renuencia de mi lado puesto que tenía la impresión de que no sólo había quedado lindo el local sino también los precios. 
La visita fue en una tarde casi perfecta desde lo climatológico para estos menesteres, un poco ventosa, fría y nublada. Logramos encontrar mesa casi con lo justo ya que en poco tiempo se había colmado. El local está climatizado como para ponerse cómodo. Muy buena la puesta en estética y las presentaciones de la pastelería y la cafetería. Mi café de Nueva Guinea no era como lo imaginé, quizás en algún momento esté por allá para cotejarlo. El lemon pie individual estaba en su punto justo de acidez como me gusta. Y luego está esa sensación que uno se lleva de querer quedarse con algún souvenir porque todo es tan lindo!!
No se priven de una visita cuándo estén por la zona, el tiempo arrecie o quieran pasar un rato con un amigo/a. Iris es una gran puesta, háganse un tiempo de descubrirla. 







Calificación General


3.94