lunes, 22 de agosto de 2011

Finos picantes brasileños

Lugar: LA MALAGUETA
Dirección: Chacabuco 1633
Julio 2011

 EL CATADOR TEMPLARIO

Haber visitado "La Malagueta" en el día posterior a la víspera del "Día del amigo" tuvo sus condimentos. En reiteradas oportunidades hice referencia de lo importante en lo personal que tiene que tener todo espacio gastronómico para propiar el clima de amistad, para poder disfrutar de esa reunión semanal, estudios han probado que el disfrute con amigos reduce el stress en un 50%. Más allá de las estadísticas hay numerosos factores que pueden hacer naufragar una velada y su disfrute. 
La tarde que descubrí el local estaba caminando por calle Chacabuco hacia otros destinos, y fue un descubrimiento porque el local se pasa de largo si uno no presta atención lo confunde con una casa más excepto por el nombre pegado en sobrerrelieve.
Los interiores son típicos de esas casa antiguas con techos altos y difíciles de calefaccionar. El mismo está sencilamente decorado a un modo rústico con estanterías de madera de durmientes y artículos tales como pinguinos (los que se usaban para servir el vino), sifones de soda de vidrio, cuadros modernos y ambientado con música del hermano país Brasil pero muy tranqui onda Bossa Nova y con un volumen correcto. A nuestro arribo ya tenían prendido el calefactor y la temperatura era agradable. Son las ventajas de la reserva. Sí, el local se maneja con reservas puesto que las mesas son pocas y el menú es reducido. Para mí que soy un afecto a los espacios poco ruidosos donde realmente pueda disfrutar de la compañía fue un punto a favor. 
Adentrándonos en el tema gastronómico, el lugar ofrece un menú bien acotado, en relación del volumen que puede manejar, tiene una oferta diaria por un importe sin desmedirse. Personalmente degusté una lasagna de berenjenas muy apetecible, compartí la cerveza con mis amigos y de postre pedí un mousse de mango muy fresco y sabroso. Otro punto a favor son las bebidas no alcohólicas que vienen en presentación grande y para los amantes de los derivados de la uva posee una variedad interesante.
Personalmente fui un poco quedado ya que el "Main Cheff" estaba hablando con unos comensales, se notaba habitués del lugar y a la hora de retirarnos nos abrió amablemente la puerta despidiéndonos y deseando un pronto retorno, pero me hubiese gustado conversar un poco con él. También sumó unos porotos cuándo al estar tardando la llegada de los platos mandó una par de pizzas caseras de cortesía, medida poco habitual en las lides gastronómicas de la Vera Cruz. 
Parecería que son todas flores pero, a ver, creo que es responsabilidad de este blog y considero que lo hemos mantenido el resaltar las cosas positivas y negativas de cada lugar que visitamos. En lo personal me encontré con un lugar que, a priori, pintaba como muy chic y reservado (puesto que había que llamar telefónicamente de manera previa para reservar) y que por lo general se preanuncian como caros, pero que en los papeles me permitió pasar un muy grato momento con mis amigos, sentirme muy a gusto con el lugar y comer bien por un precio correcto. Aplaudo el emprendimiento, ojalá que siga por la misma línea sin bandearse ni con los precios ni con la calidad.
El detalle del origen del nombre se lo dejaré a mis amigos peñistas. La Malagueta, vale descubrirlo.-



  EL BARÓN DE LA CERVEZA

Se sucedían las teorías, algunas atinadas, otras descabelladas, pero ninguno -como buenos argentinos que somos- se atrevió a decir "No sé". Finalmente hicimos la pregunta de rigor, lo que acabó con las conjeturas:
El Barón de la Cerveza: -¿Por qué se llama La Malagueta el lugar?
Moza: -La Malagueta es un pimiento muy usado en la cocina de la zona de Bahía, Brasil...
El Barón de la Cerveza mira a su alrededor, escucha la música "brasileira" que ambienta el lugar, la bandera de Brasil que cuelga en una de las estanterías, repite mentalmente "Malagueta, malagueta" y le suena portugués. Oye un grillo en su cabeza, donde los engranajes -oxidados ya- de su mente se ponen trabajosamente en marcha cuando todo, repentinamente, cobra sentido.
EBDLC: (Señala una especie de almohadón con forma de pimiento rojo que adorna un rincón, en lo alto de la habitación) -¿Así como ése?
M: -Claro, como ése.
ELBDLC: -Como el que está en el cartel de la fachada... -agrega.
M: -Claaaro. Como ése.
EBDLC: -¡Aaahhh! -y espera que un helado se le estrelle en la frente para coronar este momento.
Habiendo aprendido algo más en esta vida que te enseña a cada paso muchísimas cosas si uno está atento y hace las preguntas necesarias, paso a comentarles mi experiencia personal, que se asemeja en un punto a lo que decía el Catador pero difiere en otro: Primero, coincido plenamente en la valoración que hace de la amistad. Creo que nuestras peñas -y obviamente las suyas, seguidores de Sin Buscapina- tienen que ver con rendir homenaje a la amistad, y muchas veces hemos disfrutado tanto una peña que nos hemos olvidado de prestar completa atención al lugar que visitamos... aunque otras veces el lugar nos ha arruinado el disfrute y han sido "atendidos" a la hora de las reseñas por tamaña afrenta. En este caso estuvimos lejos de eso, la pasamos espectacular, pero me voy a diferenciar del Catador en cuanto a la opinión sobre la cocina de La Malagueta, aclarando que no me refiero a la atención por parte del cocinero, que fue excelente.
No es para mí un gran problema que faltaran cosas que se ofrecían en la carta, por ejemplo las pizzas o la "Picada La Malagueta", que al oír la moza que discutíamos sobre elegir una de estas opciones, muy amablemente nos comunicó que ese día no iba a poder ser. Todo bien, repito, no consideré un problema lo que no había, sino lo que SÍ HABÍA. Explico: uno esperaría que un lugar que no ofrece demasiados platos, lo hace fundamentalmente para no resentir la calidad de los mismos, entonces ciertos errores se me antojan imperdonables cuando el cheff adorna el lugar y la carta con su cara, con premios a la excelencia, con fotos con el Gato Dumas, etc. O sea, si vamos a promocionarnos como grandes estrellas, mínimamente que el arroz no esté recalentado, o crudo, o medio frío. Otra observación: para costar 50 mangos, la boga a la crema era un tanto anoréxica, el olor algo fuerte y el sabor había faltado a la cita. Estamos en Santa Fe, y creo que con el pescado tenemos que ser exigentes. Sí me gustó la bebida y el postre. La cerveza en frapera está perfecta y no es cara, y el postre -mamón en almíbar con crema- sublime.
La Malagueta, como dijo alguna peñista por ahí, es "cálido", bien calefaccionado al menos en las habitaciones destinadas a los comensales, ir al baño ya es otro cantar como bien lo señaló el Catador, (pónganse bufanda y gorro) pero en general tiene "onda", está muy bien ornamentado y agrada. También sobresaliente la atención por parte de moza y cheff, que nos hicieron pasar una noche de las más animadas. Detalles a corregir hay, las críticas, entiéndase, van con onda y pretenden ser constructivas.



  ARMANDO BARREDA

Esta vez conoci un nuevo lugar ,y debo reconocer que me gustó. Se encuentra en pleno barrio Candioti  y como señaló el catador, medio escondido. Creo que si tuviese que definirlo con solamente una palabra diria "íntimo": es un comedor de pocas mesas que funciona en una vieja casa estilo italiana de las que pululan por todo el barrio.Desde el vamos me gustó la ambientación del lugar y los detalles de su decoración. La atención que nos dedicaron esa noche por parte de la moza y el chef fue preferencial, creo que en este caso la frase de Mies Van der Rohe es mas que elocuente: "menos es mas" y esa aparente falta de mesas se traduce en una verdadera atención personalizada. Como muestra va el detalle: esa noche no se hacían pizza pero al ver que los platos se demoraban nos sorprendieron con un par de muzzarelas a la piedra que fueron muy bien recibidas. Aclaro que antes ya nos habían servido unos pancitos calientes con queso untable. Lo criticable quizás sea lo acotado del menú esa noche, aunque se me ocurre que estaba mas relacionado con que era mediados de semana y no había gran movimiento. En mi caso degusté la lasagna de berenjena, plato que nunca había probado tampoco, y lo acompañé con cerveza y muy buena charla, los precios no me parecieron caros y si bien no probé postre quienes si lo hicieron los elogiaron también. En resumen La Malagueta es un lugar para visitar siempre que no sean muchos.


  


  ZERO ALCOHOL


La comida gourmet o especializada no es la que más disfrute. Para colmo la única comida “normal”, pizzas, esa noche no estaban disponibles. Aunque circuló una como atención de la casa, la porción que me tocó no alcanzaba a satisfacer mi apetito. Por suerte, la lasagna de berenjena que pedí posteriormente estaba muy rica y salvó la noche. El lugar es muy chico, cuyo frente puede pasar desapercibido como lugar para comer, y en el que recomiendo hacer reservas antes de ir: el interior posee apenas 6 mesas con capacidad para 4 personas. Hay, no obstante, un garage adaptado con una larga mesa para reuniones grupales. Ah, aprovecho para darle la bienvenida al nuevo comentarista de este blog. Un personaje que levantará mucha polémica.












DR NO


 Señoras y señores, Sin Buscapina necesitaba alguien que pusiera un poco los puntos sobre las íes. Por eso llegan las críticas del Dr No. Con todo el respeto que me merecen mis compañeros de peña hace rato que los noto demasiado blandos en  sus opiniones y en el puntaje que ponen. Por ello mi función prioritaria será la de nivelar un poco, hacer valer mis derechos como consumidor, y resaltar lo que los otros no se animan a criticar. Lo único que espero es que no sean tan cobardes de censurarme.
Bueno, La Malagueta será mi primera víctima. Comenzando con la comida, coincido con el amigo Zero Alcohol.  ¿Qué es eso de comida vegetariana o platos con nombres raros? Encima te los cobran más caros con la excusa de que son exclusivos, porque los hizo un gourmet especializado, o porque la onda restó no es para cualquiera. ¡Por favor! Estos lugares seguro que no te saben hacer ni un chori con clase. Uno de los comensales pidió una boga, que seguro que la pescaron en Brasil, quedó todo el día al Sol, y después viajó en una bodega de micro a Santa Fe. Fresquita, fresquita señores. Y el último detalle a destacar: el baño. Un lugar amplio, reformado a las apuradas, y en el que para pasar del lavabo al inodoro me tenía que tomar el 9C. Pero lo peor era el frasquete que hacía adentro. ¡Casi me agarro una gripe al dejar mis partes pudendas al descubierto! La moza que nos atendió además podía haber sonreído un poquito más. La muchacha casi me voltea con sus caderas gordas y ni siquiera pidió disculpas. Tal vez perdió sensibilidad en esa parte. No lo sé.


 








Calificación General



2.98

jueves, 11 de agosto de 2011

Apretados pero no revueltos

Lugar: ESTACIÓN MATILDE
Dirección: Rivadavia 3399
Junio 2011


 EL CATADOR TEMPLARIO

Al acercarme al local en cuestión recordé en alguna oportunidad haberlo disfrutado en su piso superior, leyendo algún libro y pispeando la siempre nutrida Avenida Rivadavia. Cómo operan las percepciones de la mente y como afectan de manera negativa cuándo el panorama reviste demasiadas diferencias con aquello que uno recuerda. A mi llegada mis amigos estaban arrinconados en un espacio poco cómodo con numerosa gente a su alrededor. Recordé el evento deportivo por el que transitaba nuestra querida Vera Cruz y casi que maldecí por lo bajo, puesto que a modo personal si bien coincido que son cuestiones movilizadoras para la ciudad, rompen también con la tranquilidad que tiene la misma. 
El local no tiene la culpa y su ubicación estratégica hace que sea un destino directo para tomarse un feca. Nos acomodamos como pudimos y tratamos de pasarla lo mejor posible, pero la verdad que se dificultaba.
Las peñas cafeteras tienen otro ritmo, la tarde está cayendo, las tareas se van dejando de lado (tal vez de manera ocasional suene algún móvil por alguna cuestión laboral) pero uno se apura para llegar a esa metié y relajarse con temas más banales. Es casi fundamental que el lugar acompañe, que no sea estruendoso y que uno no se apretuje.
Con la velocidad que se movían las mozas nos tomaron rápidamente el pedido. En mi caso fue un capuccino de los clásicos acompañado por un lemon pie, mala opción. Tendría que haberme dado cuenta de la falta de manteca de esa mezcla que oficiaba de masa y de la insulsa, dulce y poco ácida "crema de limón". Soy afecto a la manufactura de pastelería en mi hogar y particularmente sensible ante éstos detalles. Como ven mi imagen del sitio no fue de las mejores, quito algo de responsabilidad al mismo por las instancias que atravesaba la ciudad y el húmedo clima (casi detestable) que afectaba los humores.
Estación Matilde, que toma su nombre debido al pasado ferroviario de la zona, es más disfrutable con menos gente.-



  ZERO ALCOHOL



Mala fecha para elegir un lugar que en ocasiones anteriores nos había recibido con calidez y comodidad. La tarde de llovizna convirtió a este tipo de sitios en un hervidero de gente. Pero poco a poco nos fuimos haciendo lugar y finalmente terminamos acomodados (apretados pero no revueltos). Por supuesto que degusté una porción de Selva Negra (no tan generosa como en otros locales pero siempre rica) y un buen submarino. A pesar del caos la atención fue más que correcta y terminamos felices y con la panza llena y calentita.




  EL BARÓN DE LA CERVEZA

"Humedad, llovizna y frío..." arranca cierta canción de Cacho Castaña que viene bárbara para describir el día que visitamos Estación Matilde. Bueno, a fuerza de ser sinceros, no era un día demasiado frío, sí húmedo. MUY húmedo, de esos que solamente los santafesinos y unos pocos más en el país estamos acostumbrados/resignados a vivir. A lo mejor fue por el clima, o porque vivíamos una semana donde la Copa América -que todavía creíamos que se podía ganar- había congregado visitantes de otras latitudes a la ciudad de Garay, o una mezcla de las dos cosas, pero fui el primero en llegar, incluso un poquito antes de la cita y me encontré con el lugar repleto, con apenas una mesita de dos por acá y otra por allá libres. Teniendo en cuenta que íbamos a ser seis, con posibilidades de llegar a ocho, el panorama pintaba tan feo como el día. Espero afuera, "ñata contra el vidrio", atento y paciente como un cazador espera la presa. En un momento se levantan algunos clientes y queda liberada una mesa de cuatro en el rincón más olvidado e incómodo. No dudo, entro como lo haría un forastero a un "saloon" del lejano oeste. Indiferente a las miradas tiro un abrigo a la mesa recién abandonada y llamo a la moza. "Vamos a ser seis -miento, a esa altura ya sé que vamos a ser ocho-, ¿me armás una mesa?" La moza mira el rincón, que no tiene más de dos metros por uno, y la ve complicada, pero me hace el aguante, juntamos dos mesas y esperamos que sea suficiente. Y más allá de algún enojo y dificultades para acomodarnos -hasta que la buena voluntad de una pareja que adelantó su retirada para cedernos espacio- (hay gente cordial en Santa Fe todavía), tuvimos una peña exitosa. Matilde es un gran lugar, en otras oportunidades, sin tanto exceso de gente lo hemos disfrutado mejor. Si pueden suban, el primer piso es ideal para una tarde de café y hubiese sido nuestra obvia elección si lo hubiera permitido el espacio. A la hora de "los bifes"... bueno, de la cafetería, pedí un "frapuccino" con una porción de lemon pie. El frapuccino como siempre, muy bueno, aunque creo que el de Havana le saca alguna ventajita. El lemon pie correcto, aunque el cuchillo luchó un poco para cortarlo, la base parecía petrificada en algún sector, pero nada grave, el cuchillo está bien, no sufrió daños, ni tampoco mi dentadura. Visiten Matilde, peñistas, si están por Santa Fe y les gustan las tardes de café es un lugar que no pueden privarse de conocer.









Calificación General


3.17

miércoles, 3 de agosto de 2011

Oculto en pleno centro

Lugar: LA TASCA
Dirección: San Martín 2879
Junio 2011
  ARMANDO BARREDA


Nueva reunión de amigos, y está vez fuimos a "La Tasca". Un local ubicado casi en pleno centro santafesino, a metros de la peatonal, el cual nunca había visitado. Debo confesar que apenas llegue lo primero que pensé fue: la pifiamos. Este lugar es mas café que comedor, el salón es una vieja casa estilo italiana adaptada a esta nueva función, lo que genera un espacio medio pequeño para mi gusto, pero aclaro que para la fría noche de jueves en que nos juntamos no estuve incómodo.
Las sorpresas esa noche fueron varias, y todas buenas. Primero sumamos una nueva peñista al grupo, y segundo le hicimos caso a la recomendación del mozo y pedimos una suculenta lasagna, que fue un verdadero desafío terminar, muy rica. La acompañamos junto con mi amigo el caballero templario con abundante cerveza negra, sugerencia ovbia del Barón que cuando apenas llegué me dijo ¿"le entrás a la cerveza negra?". Y qué decir si el Barón te sugiere una cerveza: no le podes decir que no. En mi caso debo decir que si bien el local en sí no me voló la cabeza, si quedé más que conforme en cuanto a la esmerada  atención y a la comida que pude degustar, una velada impecable. Lindo lugar, recomendable para ir si no son muchos,  los precios era promedio y la atención muy buena. Un buen combo.



  EL BARÓN DE LA CERVEZA

Sí señor Armando, el lugar es más onda café que restaurante, pero los clásicos "platos del día" y "sugerencias" siempre están para satisfacer a hordas de famélicos peñistas como las que llegaron sin previo aviso aquella noche de jueves en que el termómetro ni siquiera marcaba ya temperaturas bajo cero... porque se había congelado...

Ante tan extremas condiciones climáticas, rápidamente hicimos marchar una cervecita morocha, y más adelante, cuando ya la humeante lasagna que fue la elegida de la noche estuvo frente a mí, seguí con un excelente vino tinto (Pedí soda pero solamente para disimular, luego la doné). 

Es imposible no observar que el lugar tiene dificultades edilicias. No está en buen estado general. Mi compañera, la nueva peñista a la que le damos la bienvenida desde este espacio, podrá dar fe de que las mesas tampoco estaban del todo "enteras", y varias veces me limpié restos de madera que se desprendían de la nuestra y me quedaban en el suéter... No voy a hablar de los baños pero la experiencia fue fuerte... además para llegar a ellos hay que ganar los fondos del local y atravesar un patio donde un muñeco de nieve y un pingüino que habían salido a fumarse un pucho me indicaron dónde quedaba y me dijeron: "Es ahí a la vueltita, pero apurate flaco porque te congelás, nosotros vamos de nuevo adentro porque no se aguanta el ofri".
 
Peeeero, queridos peñistas, hay cosas peores en esta vida. Comparando, por ejemplo, y sin ser odiosos, con el Bar el Japo, La Tasca es el Palacio de Buckingham en cuanto a espacio, y en cuanto a la atención... en fin, tengo que retrotraerme a varias reseñas atrás donde decía que "todo cambia cuando te atienden con buena onda". Y en este caso, al igual que en su momento en Don Marcos, este ítem estuvo muy alto, tanto que uno perdona una serie de falencias que el lugar puede tener en cuanto a comodidades, porque la noche se disfrutó, sin nada externo opacando una verdadera peña de amigos después de la cual uno encara las obligaciones del viernes con otra energía. 
A meses de que se concrete el Paseo San Martín Norte en este sector de la ciudad, que prolongará la peatonal santafesina hasta calle Suipacha, espero volver para ver transformada La Tasca. Eso sí, en el rubro atención sigan igual muchachos, ¡5 lisos!




 EL CATADOR TEMPLARIO


Confieso que el lugar siempre atrajo mi atención y en todo este tiempo que ando rondando por los piringundines de la Vera Cruz, nunca me tocó atravesar esas puertas añejas. Como que siempre pensé que el (desvencijado?) lugar pintaba más para un feca al paso que para algo más aletargado como una cena.
No obstante la propuesta estaba y, como bien lo reseñó el amigo Barón el teatro de operaciones reflejaba el paso del tiempo y los pocos esmeros que habían hecho para remozarlo. Casi con lo justo (creo que más que nada por la iluminación) el espacio no llegaba a caer a una calificación cercana al del Bar "El Tufo" donde recalaban esos entrañables personajes de las tiras cómicas de Condorito. Y de buena manera nos dispusimos ante los esfuerzos del mozo para que nos sintamos cómodos. Otro cantar fue el del plato del día: la Lasagna que varios degustamos. Abundante, con sabor y bien calentita como para encarar la lleca con otros ánimos y el buche pepón.
Pasando en limpio, si tenés un grupete de amigos y querés comer abundante por un precio razonable, pegate una vuelta por la Tasca. La salida romántica o la solitaria con el libro/ diario bajo el brazo, pasala para la tarde con el café.


  


  ZERO ALCOHOL

Ya mis amiguetes lo dijeron todo. Así que seré breve. Esperaba realmente un lugar más amplio, pero la calidez del señor que nos atendió y la deliciosa comida alcanzaron a cubrir las expectativas. No me tocó ir al baño así que esa experiencia no la puedo evaluar. Bebida bien. Fui breve, ¿no?




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Calificación General



3.58