Lugar: ESTACIÓN MATILDE
Dirección: Rivadavia 3399
Junio 2011
Al acercarme al local en cuestión recordé en alguna oportunidad haberlo disfrutado en su piso superior, leyendo algún libro y pispeando la siempre nutrida Avenida Rivadavia. Cómo operan las percepciones de la mente y como afectan de manera negativa cuándo el panorama reviste demasiadas diferencias con aquello que uno recuerda. A mi llegada mis amigos estaban arrinconados en un espacio poco cómodo con numerosa gente a su alrededor. Recordé el evento deportivo por el que transitaba nuestra querida Vera Cruz y casi que maldecí por lo bajo, puesto que a modo personal si bien coincido que son cuestiones movilizadoras para la ciudad, rompen también con la tranquilidad que tiene la misma.
El local no tiene la culpa y su ubicación estratégica hace que sea un destino directo para tomarse un feca. Nos acomodamos como pudimos y tratamos de pasarla lo mejor posible, pero la verdad que se dificultaba.
Las peñas cafeteras tienen otro ritmo, la tarde está cayendo, las tareas se van dejando de lado (tal vez de manera ocasional suene algún móvil por alguna cuestión laboral) pero uno se apura para llegar a esa metié y relajarse con temas más banales. Es casi fundamental que el lugar acompañe, que no sea estruendoso y que uno no se apretuje.
Con la velocidad que se movían las mozas nos tomaron rápidamente el pedido. En mi caso fue un capuccino de los clásicos acompañado por un lemon pie, mala opción. Tendría que haberme dado cuenta de la falta de manteca de esa mezcla que oficiaba de masa y de la insulsa, dulce y poco ácida "crema de limón". Soy afecto a la manufactura de pastelería en mi hogar y particularmente sensible ante éstos detalles. Como ven mi imagen del sitio no fue de las mejores, quito algo de responsabilidad al mismo por las instancias que atravesaba la ciudad y el húmedo clima (casi detestable) que afectaba los humores.
Estación Matilde, que toma su nombre debido al pasado ferroviario de la zona, es más disfrutable con menos gente.-
ZERO ALCOHOL
Mala fecha para elegir un lugar que en ocasiones anteriores nos había recibido con calidez y comodidad. La tarde de llovizna convirtió a este tipo de sitios en un hervidero de gente. Pero poco a poco nos fuimos haciendo lugar y finalmente terminamos acomodados (apretados pero no revueltos). Por supuesto que degusté una porción de Selva Negra (no tan generosa como en otros locales pero siempre rica) y un buen submarino. A pesar del caos la atención fue más que correcta y terminamos felices y con la panza llena y calentita.
EL BARÓN DE LA CERVEZA
"Humedad, llovizna y frío..." arranca cierta canción de Cacho Castaña que viene bárbara para describir el día que visitamos Estación Matilde. Bueno, a fuerza de ser sinceros, no era un día demasiado frío, sí húmedo. MUY húmedo, de esos que solamente los santafesinos y unos pocos más en el país estamos acostumbrados/resignados a vivir. A lo mejor fue por el clima, o porque vivíamos una semana donde la Copa América -que todavía creíamos que se podía ganar- había congregado visitantes de otras latitudes a la ciudad de Garay, o una mezcla de las dos cosas, pero fui el primero en llegar, incluso un poquito antes de la cita y me encontré con el lugar repleto, con apenas una mesita de dos por acá y otra por allá libres. Teniendo en cuenta que íbamos a ser seis, con posibilidades de llegar a ocho, el panorama pintaba tan feo como el día. Espero afuera, "ñata contra el vidrio", atento y paciente como un cazador espera la presa. En un momento se levantan algunos clientes y queda liberada una mesa de cuatro en el rincón más olvidado e incómodo. No dudo, entro como lo haría un forastero a un "saloon" del lejano oeste. Indiferente a las miradas tiro un abrigo a la mesa recién abandonada y llamo a la moza. "Vamos a ser seis -miento, a esa altura ya sé que vamos a ser ocho-, ¿me armás una mesa?" La moza mira el rincón, que no tiene más de dos metros por uno, y la ve complicada, pero me hace el aguante, juntamos dos mesas y esperamos que sea suficiente. Y más allá de algún enojo y dificultades para acomodarnos -hasta que la buena voluntad de una pareja que adelantó su retirada para cedernos espacio- (hay gente cordial en Santa Fe todavía), tuvimos una peña exitosa. Matilde es un gran lugar, en otras oportunidades, sin tanto exceso de gente lo hemos disfrutado mejor. Si pueden suban, el primer piso es ideal para una tarde de café y hubiese sido nuestra obvia elección si lo hubiera permitido el espacio. A la hora de "los bifes"... bueno, de la cafetería, pedí un "frapuccino" con una porción de lemon pie. El frapuccino como siempre, muy bueno, aunque creo que el de Havana le saca alguna ventajita. El lemon pie correcto, aunque el cuchillo luchó un poco para cortarlo, la base parecía petrificada en algún sector, pero nada grave, el cuchillo está bien, no sufrió daños, ni tampoco mi dentadura. Visiten Matilde, peñistas, si están por Santa Fe y les gustan las tardes de café es un lugar que no pueden privarse de conocer.
yep, el lemon pie es bastante feíto. Digamos que con una lata de leche condensada y ralladura de limón, hacés una crema mejor que esa :)
ResponderEliminarLamentable el día que eligieron para ir a tan hermoso lugar. Coincido en que es muy agradable ir al primer piso, donde se puede estar tranquilo y tener una hermosa vista. Nunca probé las tortas, y por sus comentarios creo que nunca lo haré, pero recomiendo mucho las masas finas...para aquellos que disfrutan de las cosas dulces es la mejor opción a mi entender. Saludos.
ResponderEliminarSi, sí, el lemon pie, bajón bajón. El de condensada y ralladura es un lujo al lado de el q comí y la masa tenía de todo menos manteca. Aclaro que la congestión de gente afectó mi jucio (me hizo perderlo,lo poco que tengo, jajajaj)
ResponderEliminarSaludos y gracias a ambas damas por participar. Ehhh Cumpas opinen que están perdidos!!!
¡Acá estoy, acá estoy! Buen dato el de Dulce Dama sobre las masas finas. No tengo dudas que nuestro especialista en el rubro "Zero Alcohol" va a tomar nota y hará un estudio "de campo" para comprobar la veracidad de sus dichos. Muchas gracias por la participación y lo mismo para Nialtaniflaca. Creo que ya dijimos todo sobre el lemon pie, pero estaba pensando que no hemos probado un lemon pie excepcional en ningún lado. ¿Me equivoco? ¿Cuál fue el mejor? Se escuchan opiniones. Saludosss.
ResponderEliminarRebuscando en mis recuerdos, creo que el Barón tiene toda la razón. Aunque si van a Villa General Belgrano dénse una vuelta por "La casa de Dina", ahí sirven el mejor que probé en mi vida (fuera del de mi mamá, obvio) y el strüdel, también es alucinante.
ResponderEliminarVilla General Belgrano allá vamossss... Y si no podemos ir, tendremos que probar el lemon pie de tu vieja, jeje. ¡Saludos! Gracias por la buena onda.
ResponderEliminarEn mi paso por la citada localidad serrana, recuerdo un lugar donde se comía muy buena pastelería germana, puede ser esta la Casa de Dina, en esa oportunidad degusté un strudel de manzanas acompañadas por una salsa tibia de berrys y crema, y si, realmente lo recuerdo con cariño. La nota negativa era el atormentador sonido de la música "regional" que sonaba sin cesar, cosa que no nos impidió entrarle al postre como se lo merecía :)
ResponderEliminarMmmm, no creo. Lo segundo mejor de Dina, es que pone "música clásica" a un volumen lo suficientemente bajo como para poder hablar sin que se enteren en la mesa vecina.
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