jueves, 15 de diciembre de 2011

Regreso con "masomenos" de gloria

Lugar: Citi Recoleta
Dirección: 25 de Mayo y Santaigo del Estero
Setiembre 2011


  ZERO ALCOHOL

Lo prometido era deuda, y volvimos a uno de los mejores lugares que supimos visitar durante la pasada temporada otoño-invierno, esta vez inaugurando la primavera. Que como sucede en Santa Fe, es templada a la tarde (cuando llegamos al lugar lo hicimos en mangas cortas), y fresca un par de horas después (nos fuimos con las camperas puestas). Mi objetivo principal era revivir la impresionante porción de torta que durante la cena anterior nos sirvieron de postre. Por eso encargué para empezar un café con leche con tostados, para calentar la barriga. La bebida vino en taza grande y espumosa. Una delicia. Y los tostados resultaron abundantes. Tanto que casi me olvido de mi misión. La cosa que cuando pido la super porción de selva negra, lo que llegó fue… una sombra de lo que en su momento nubló mi raciocinio. Exactamente la mitad de tamaño. Una decepción absoluta, que no impidió que la comiera con avidez. Y que decida volver una tercera vez para desempatar.
 



  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Como en la entrada "Recoleteando" ya se describió en detalle el lugar, voy directamente a los bifes (o, en este caso: a los postres): Tarde de peña reducida, de clima raro, pero que daba para el cafecito como pocas. El mozo, si bien parco y de gesto adusto, poco dado siquiera a una mueca que expresara algún tipo de sentimiento positivo, (intuyo que es el mismo que en alguna tarde del cruel verano santafesino le dijo a nuestra seguidora La Dulce Dama que "el aire acondicionado no se prende hasta la noche") cumplió sin embargo con nuestro pedido en tiempo y forma. Disfruté una delicia de café con leche acompañado de un mixto de jamón y queso que no se quedaba atrás, hecho con el pan bien fresco aunque se hubiera agradecido que ostentara un tamaño más significativo. Quedé con ganas de más, ergo: con lugar para pasar a lo dulce. Ahí llegó la hora de volver a testear la mentada "Pastelería de Gladys", que fuera el elemento desequilibrante a la hora de valorar la primera visita de los peñistas a la City Recoleta hace meses. En mi caso, al haber disfrutado antes de la monstruosa selva negra -que como ya mencionó Zero Alcohol pasó (haciendo una analogía con los monstruos) de ser Godzilla a Godzuki-, opté por la sugerencia del día: la tarta de frutillas. Y me alegro de mi elección. Como lo podrán apreciar en el registro fotográfico, la tarta tiene toda la pinta, pero no se quedaba sólo en apariencias, al ser devorada dejó a este humilde peñista deshaciéndose en elogios para con Gladys, sea quien sea. ¡Estoy soltero Gladys! Después, pagamos y salimos al fresco de la joven noche emprendiendo el regreso a nuestros hogares con la pancita llena y el corazón contento. Me anoto para la tercera visita, Zero Alcohol. ¡Contá conmigo para ese desempate! 









  



Calificación General



3.6

martes, 29 de noviembre de 2011

"LA" esquina

Lugar: Chopería Santa Fe
Dirección: San Jerónimo y Boulevard Pellegrini
Setiembre 2011
  ZERO ALCOHOL



Ubicado en una de las esquinas clave de Santa Fe, el sitio es uno de los preferidos de la noche santafesina en épocas donde el calorcito empieza a apretar. Hay varias opciones para ubicarse: vereda (amplia), interior (donde el espacio ya no sobra tanto), y un patio interesante que fue el que ocupamos, al fondo, en una larga mesa que terminó llenándose. El mozo desde el primer momento se preocupó por que no nos faltara nada. Cuando estuvimos todos, la elección obligada fue la tabla de pizzas de distintas variedades, a buen precio, sabrosas,  y que siempre alcanza para satisfacer a todos. Por su lado la gaseosa llegó bien fría, algo oportuno en una noche templada como esa. Para la próxima quedarán los sandwichitos, otra de las tentaciones de la época veraniega.
 


  ARMANDO BARREDA


Animada noche la  peña en La Choperia Santa Fe. Desde el vamos  arrancamos con una muy buena elección , el patio. Ya antes había concurrido al lugar y puedo garantizar que en el salón esa noche casi no podía escuchar a la persona que tenia al lado, pero en el patio no tuvimos ese problema. La suerte también nos dio una mano con la presencia de un mozo realmente atento a su trabajo, al nivel de los mejores, y hago hincapié en este tema porque la atención siempre me pareció uno de los ítems mas importantes a tener en cuenta,  no solo en la sugerencia y venta, que si lo vemos objetivamente es definitivamente su trabajo, sino también en hacernos pasar un momento realmente cordial a los esa noche presentes. ¡¡¡Hasta su face nos dio!!!

Dicho esto, me dedico a comentar lo que cenamos esa noche. La mayoría adoptamos la sugerencia de la pizza y  creo que fue una decisión acertada. A diferencia de mis compañeros no comí la de palmito, pero quedé más que satisfecho con las otras opciones: los lisos impecables y finalmente con respecto al postre coincido absolutamente con el Barón ya que yo también me incliné por las frutillas con crema.
En fin, el balance de la noche fue más que positivo, La chopería es ya un clásico santafesino y es altamente recomendable como opción para ir ya sea con amigos o familia.
 



  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Larga y animada mesa la de esa noche de Septiembre donde el invierno y la primavera se peleaban por prevalecer. Como lo marcó ya Zero Alcohol, la primera buena sensación la aportó el mozo, que siempre estuvo atento a nuestras necesidades. Me hizo pensar en el de la tristemente célebre noche de San Patricio en el Bar El Parque de Avda. Freyre y Juan de Garay, porque las diferencias entre la onda de uno y otro (comparando dos personas que hacen el mismo trabajo), serían más o menos las diferencias que hay, por ejemplo en el mundo de la magia y el ilusionismo, entre Criss Angel y el mago sin dientes. Adivinen cuál es cuál. Bien, el siguiente punto a favor llegó casi enseguida: largué con lisos, siempre ricos, dos dedos de cuello, a la temperatura ideal, y después, casi sin demora llegaron las pizzas. En este apartado llega la primera crítica y difiero con Zero Alcohol: las variedades no fueron parejas para mi gusto. De mayor a menor: 1) Provenzal, 2) Napolitana, 3) Especial, 4) Palmitos, siendo la primera una delicia, y la última (que era la que más expectativas me generaba) apenas aceptable. De postre pedí una copa de frutillas con crema y ahí tampoco quedé muy conforme. El precio bastante elevado. La copa grande y las frutillas muy ricas, pero esperaba crema chantilly... no crema común. De cualquier manera nada grave. La noche en la Chopería, en un balance general, fue más que agradable, es un lugar que ya se convirtió en tradicional y que es una opción ideal para peñas numerosas. El interior, sin embargo, es bastante ruidoso, si pueden, este verano disfruten de la vereda o del patio. Picadas, o pizzas y... ¡Que corran esos lisos! ¡Salud!

 










DR NO


El regreso más temido, jejeje. Aprovecho para saludar a mi club de fans que se multiplica exponencialmente por toda la región. Los quiero. Y a los otro, vaffanculo ragazzi!!! Poniéndonos en tema tengo que disentir con mis compañeritos de tertulia respecto a la atención dispensada. El mozo resultó un cargoso bárbaro, de esos que te interrumpen cuando estás hablando con tus amigos sin que lo llames. ¿Buscando la propina acaso? Gracioso fue el momento en que un compañero le jodió la noche y se quedó con una mesa que era el doble de la nuestra. Bien hecho por distraído.  Hablando de la comida (esto dedicado a los que dicen que critico pavadas y no lo importante), les digo que las pizzas estuvieron bien, pero la de palmitos dejó mucho que desear. Compartí frutillas con Armando Barreda y para nada quedé conforme. Y las copas de los postres eran puro vidrio y poco contenido. Les aconsejo ir a una heladería cercana si quieren postre.












Calificación General


3.25

lunes, 21 de noviembre de 2011

"Sanguchitos" y cafecito al paso

Lugar: La Esquina – bar – cafetería - pub
Dirección: San Jerónimo y Eva Perón
Setiembre 2011

Luego de una ausencia de varias semanas vuelven las críticas de Sin Buscapina. Atención que el viernes publicamos una nueva.






  ZERO ALCOHOL

Viejo luqar de reunión para gente sin muchas exigencias. Lugar oscuro y de aspecto descuidado, tiene como principal mérito la oferta del café con leche abundante y los tostados que son una delicia. Como valor agregado tenemos un tele y algunos diarios del día para el que busque lectura al paso, además de una vista  privilegiada en plena arteria céntrica. La gran contra: a las 20 horas bajan la persiana. Y al contar con una sola chica atendiendo, pedirle algo cuando se resguarda detrás del mostrador puede convertirse en una tarea complicada.
 



  EL BARÓN DE LA CERVEZA


Cuando mi compañero Zero Alcohol habla de "gente sin muchas exigencias", no exagera. El lugar es lúgubre, con luces ambarinas que le dan un ambiente melancólico y hasta triste. Un televisor viejo, sin control remoto, que casi siempre está en Canal 26; casa antigua, con heridas propias del paso del tiempo que no han sido bien curadas al momento de decidir su reapertura como bar; baños en pésimo estado, con puerta sin picaporte y otros detalles que no vale la pena seguir describiendo, mejor olvidarlos. Habitués heterogéneos. Recuerdo alguna anciana mujer que apenas se podía tener en pie, que llegaba, daba cuenta en tiempo récord de una cerveza de litro y se retiraba con paso aún más vacilante que al llegar, debiendo en algunos casos ser asistida para volver a su casa. En invierno hace frío, en verano se siente el calor. Y a pesar de todo, este lugar nos sigue convocando. Seremos verdaderas personas sin demasiadas exigencias, o sin ellas directamente. Habrá algo en esta esquina que nos atrae, que nos genera empatía o identificación, porque por mucho menos los peñistas hemos levantado campamento y no hemos vuelto a pisar otros lugares en condiciones mucho mejores que éste... Tal vez tengamos algo de masoquistas, (o de boludos dirá alguna voz por ahí)... o será, tal vez, que el café con leche con tostados y/o jugo de naranja exprimido, los desayunos/meriendas con recipientes llenos de medialunas, tostadas, manteca, mermelada, etc. a precios casi inmejorables hacen magia... Será que de este lugar tengo los mejores recuerdos de los inicios de Sin Buscapina, con días en que ni siquiera lluvias torrenciales nos hicieron desistir de nuestra reunión de jueves a la tarde, y en donde se han dado las mejores (y también más absurdas) charlas, o grandes festejos de cumpleaños o días del amigo. No puedo dar un por qué con objetividad (creo que rara vez puedo), creo que para lugares como éste nos falta un apartado en la grilla de los puntajes: "mística de café", podría ser. Ahí, creo que se llevaría el máximo puntaje. Y con eso, al menos para este peñista, todo lo demás se perdona.
 







Calificación General


3.2


sábado, 22 de octubre de 2011

Un trozo del pasado en el centro santafesino

Lugar: Círculo Italiano
Dirección: Hipólito Irigoyen 2451
Setiembre 2011

  ARMANDO BARREDA


Noche extraña la de la peña que reseño, casi intima diría. ¿Por qué? Para empezar éramos pocos, por mi lado era un lugar al que nunca había asistido y quería conocer desde hace rato. Debo reconocer que hasta llegar al comedor, debí pasar por varios filtros: un vestíbulo, un estar, pasillo, y finalmente comedor. Estuvo bueno, ya que finalmente se consiguió una privacidad pocos veces lograda desde que vamos de peña. Del salón en sí me gusto su ambientación, en especial la mesa hecha con un barril  (esa me fascinó), o las viejas maquinas de café. La noche prometía bastante. De entrada nos sirvieron una variedad tostadas y panes, y para acompañarlos, queso. A la hora de cenar había acordado con el Barón pedir cada uno algo distinto, así cubríamos más variedad de la carta, así que por mi lado me incliné por pollo a la naranja, acompañado por un malbec elección del propio Barón. Finalmente de postre elegí  budín de pan. Qué decir que quedé más que conforme con la velada, me gustó el  lugar y disfruté como hacía rato de la comida, y ni que hablar de la charla. La atención impecable, pero es lo que esperaba apenas llegué: era un mozo con experiencia y eso se notó. El lugar lo recomiendo sobre todo si van en familia, aunque creo se adapta a casi cualquier situación. Quedo pendiente una futura visita al patio cervecero, pero eso ya va a ser otra historia.
 


  EL BARÓN DE LA CERVEZA


(Música de Ennio Morricone por favor) Tras muchas postergaciones, cuatro recios hombres solitarios llegaron finalmente a las puertas del Círculo Italiano. Los cuatro bien podríamos haber sido comparados con Lee Van Cleef, Clint Eastwood, Franco Nero y Charles Bronson... sobre todo por nuestras edades, no tanto por la masculinidad, jeje. En fin, el Círculo Italiano, en mi caso, una grata sorpresa. De afuera, ni la fachada ni la zona cercana a la terminal de colectivos dan para el disfrute, más bien lo contrario, pero una vez que atravesamos la puerta y el mencionado vestíbulo, tenemos la sensación de haber saltado hacia atrás en el tiempo hasta la Santa Fe de mediados del siglo XX. La casa, de ésas en peligro de extinción, que tanto gustan para proyectos inmobiliarios que consisten en demolerlas y hacer un edificio, está llena de muebles antiguos, algunos que soportan bien el paso del tiempo, otros no tanto, pero todos parecen querer contar una historia. De los altos techos cuelgan preciosas arañas y una mampara con vitreaux termina de vestir un amplio living que -adivino- debe ser usado para reuniones y eventos sociales. Dejando atrás esta gran sala, derivamos en el restaurante y el panorama es todavía mejor. A las máquinas de café que ya nombró mi compañero peñista Armando Barreda, agrego vitrinas con decenas de trofeos, viejas choperas y cuadros, redondeando una ornamentación que homenajea el pasado pero no deja de ser moderna. Para los días que están llegando y que prácticamente obligan a buscar espacios gastronómicos al aire libre tenemos el patio, que aunque no estaba habilitado porque cuando visitamos este lugar el invierno daba los últimos manotazos de ahogado, sí promete grandes satisfacciones de cara al inminente verano. Y ahora, metiéndome en lo más importante: la comida y bebida, decidí darle continuidad a mi búsqueda personal de la "boga perfecta". Si bien todavía el éxtasis no ha sido alcanzado, esta noche me acerqué bastante. La boga despinada con salsa de roquefort y papas era de un tamaño generoso, estaba bien presentada y al paladar fue un deleite. Si esto se planteara como una imaginaria carrera ictícola, la boga del Círculo Italiano superaría por un buen margen a la de La Malagueta, y ni hablar de la de Ágora, que quedó como una vuelta rezagada... y boqueando a flor de agua, moribunda. Muy buen vino para acompañar el pescadito y de postre un flancito. Recalco lo de "flancito", ya no tan generoso como la boga en sus proporciones. No quiero mentir, pero creo que no había lisos, cosa que me parece -de ser así- imperdonable. Por lo menos podrían poner en funcionamiento alguna de esas viejas choperas que están de adorno. De cualquier manera sí hay cervezas varias. En una próxima visita iremos a por ellas. Dejo el tema de la gaseosa para nuestro abstemio especialista en el área, pero adelanto que celebro que haya envases familiares. Un consejo: llamen y reserven, o pregunten, porque hay noches (aunque no fue el caso de la que elegimos nosotros) donde el lugar suele llenarse, y ahí la comodidad se va al carajo. Este lugar, a priori, puede antojársele deprimente a peñistas que hayan nacido de 1985 para acá, pero no se dejen engañar, como bien señalaba ya Armando, se adapta a cualquier público, tenga la edad que tenga. A no perdérselo, que no quedan muchos lugares de éstos, que cuentan un pedazo grande de la historia de la ciudad y hay que mantenerlos vivos.
 



  ZERO ALCOHOL

Por fuera casi me pasó desapercibido. Nada más entrar me sentí en un capítulo de La Dimensión Desconocida: a medida que avanzaba por las estancias previas al salón, tenía la sensación de estar retrocediendo en el tiempo.
Buen clima para comenzar una de las últimas noches de frío, por lo que aproveché para pedir mi plato de pasta favorito: ravioles. Aunque no era abundante como en otros lados, satisfizo mis ansias de hidratos. De postre degusté un clásico bombón suizo, que como de artesanal no tienen nada, estaba simplemente rico. La atención del mozo fue más que correcta, pero hay que decir que cuando llegamos apenas había un par de mesas ocupadas. Cuando nos íbamos el lugar se llenó. Habría que ver en esas circunstancias si la rapidez y la atención seguirían siendo las mismas. Ciertos comentarios de comensales amigos me dicen que no es así.

 










DR NO


¿Dónde me trajeron? ¿La próxima peña dónde se hace, en el Etnográfico? Creo que el de la mesa de al lado era el Brigadier López. Los sillones de la entrada eran una antigüedad, y  los agujeros que tenían daban una imagen lamentable. Así como me molestan los malos mozos también me molestan los cargosos. ¡Mucha confianza che! (Soy jodido, ¿y qué?). Tantos detalles me hicieron distraer de la comida, ni me acuerdo lo que comí.

















Calificación General


3.17