martes, 5 de abril de 2011

Un enemigo en el parque

Lugar: BAR EL PARQUE 2
Dirección: Juan de Garay y Av. Freyre
Marzo 2011







 ZERO ALCOHOL

La noche de San Patricio estaba predestinada al fracaso. O casi. Ya habrán leído la reseña de El Barón... sobre los problemas que sorteamos para conseguir un destino por la zona sur. Arribamos finalmente a un sitio que en el pasado nos había brindado muchas satisfacciones. El Bar El Parque combina una ubicación ruidosa pero atractiva (plena avenida con amplio cantero central arbolado), muy buenos precios y una comida que deja satisfecho al peñista más exigente. En mi caso decidí probar el menú del día - hamburguesa con papas rejilla - y que fue rematada con un volador rebosante de queso. Todo abundante y delicioso, salvo por las papas que estaban frías. La gaseosa helada aportó la necesaria dosis refrigerante tras una caminata de casi una hora en una noche bastante cálida. Los acontecimientos se fueron dando dentro de lo previsto salvo por un detalle: la atención. No tuvo que ver con la espera (todo fue servido en tiempo y forma), sinó con el servicio de un mozo que no estaba en su mejor noche. La recomendación del menú fue de él, detalle que se le agradeció. Pero cuando hubo que ampliar la mesita que ocupábamos ante la llegada de un quinto comensal, su promesa de agregar una nueva quedó en nada. Esto llegó a provocar un lamentable incidente con volcadura de bebidas y comida mojada que no voy a detallar aquí. Sumado a la celeridad nerviosa que parecía dominar su cuerpo, fue difícil sentirse cómodo ante su presencia. Al momento del volador, por ejemplo, no trajo los cubiertos necesarios y todo amenazó con convertirse en un enchastre. Finalmente, una cuenta muy poco clara que pagamos sin poder comprobar los consumos reales (dos peñistas se habían retirado antes de tiempo) terminó de coronar una noche accidentada por demás. No obstante el sitio merecerá una nueva evaluación a futuro, porque como dije al principio, lo que sucedió esa noche de San Patricio estuvo teñido de un extraño halo de sucesos inesperados que alteró nuestro juicio para mal.





  EL BARÓN DE LA CERVEZA
Es imposible no tener en cuenta que en este mismo lugar tuvimos noches mucho mejores que ésta, pero también el hecho de que no estuvo todo tan bien como en otras oportunidades está atado a un sólo apartado: el mozo. Todo lo demás muy bien, ya lo verán en mis calificaciones, pero en el mozo me voy a detener porque este es un ejemplo de cómo un sólo ítem puede terminar empañando una noche y, sobre todo, la calificación para un lugar que suele ser muy recomendable. Todo lo que reseñó Zero Alcohol sobre él ya ilustra bastante su desempeño, pero me queda agregar que cada diálogo con este señor parecía un enfrentamiento, o al menos él lo tomaba así. Si hacemos algún pedido, o reclamamos algo que falta, o señalamos que no nos "cierran las cuentas", no es para hinchar las pelotas, es porque de alguna manera no estamos conformes, y damos la oportunidad de solucionarlo. En el caso de los números, por ejemplo, nos cerrás la boca enseguida, con educación, dando -se me ocurre- un ticket con un detalle claro, no un papel escrito con lapicera donde tiene una suma que no dice ni a qué corresponde. Tampoco está bueno que si le decís "Nosotros sumamos otra cosa", te contesten "Problema de uds. chicos, yo les doy lo que es, lo que sumaron uds. es cosa de uds." Ok, parece que este mozo jamás se equivocó en una suma. Cuando a uno le hacen sentir que le están haciendo un favor, o que por estar sentado ahí está jodiendo, después no me importa que el precio sea bajo, que la comida y la bebida estén muy bien, que el lugar sea copado, ya me cagaste la peña y no me dan ganas de volver. Pero en fin, vuelvo a lo que dije primero: en este mismo lugar tuvimos noches mucho mejores que ésta... y las volveremos a tener. Vayan que ha sido siempre una excelente opción peñista, espero que les toque otro mozo, o si les toca el mismo, que ya se haya amigado con su trabajo.



 EL CATADOR TEMPLARIO 


Como Uds se pueden imaginar mi crítica sobre lo acontecido en la oscura noche de San Patricio en el sur de la ciudad debería dividirse entre los sucesos previos al arribo y al lugar en sí. Como de lo primero se encargó el amigo Barón, vamos a los bifes. Y esta expresión nunca vendría tan acertadamente porque el tamaño de las hamburguesas caseras y la porción de fritas del "menú ejecutivo" eran memorables. Me quedé con las ganas de probar los escalopes de pollo que venían como segunda opción, pero la relación precio/calidad prometía y mucho. Me quedé con probar algo que nunca me defraudó y que son los voladores, sencillos, sabrosos, rendidores y económicos, justo para el bolsillo flaco del momento. El liso que acompañaba, más que bueno con la temperatura. La visión general, si bien no estaba habilitado el sector de mesas del cantero central de Av Freyre, se dejaba disfrutar con los palos borrachos florecidos. El tema mozo, a ver como lo encaramos sin repetir. Lo noté un poco hostil en general, salvo en los momentos en que la peñista ocasional intentaba sacarle fotos. Allí el garzón esbozaba alguna sonrisa y como que se "ablandaba", certificando que "la carne es débil". La sucesión de eventos inesperados (y trágicos) para con mi volador resultado de la falta de ganas del empleado de hacernos sentir más cómodos y la ausencia de mesas cuadradas que hacen mucho más práctica la disposición de los comensales, fomentan que en el futuro a la hora de visitar de nuevo el lugar la conducta para con el mozo sea más áspera. No presencié el desafortunado hecho de las diferencias en la factura, que seguramente nos habría obligado de haber estado todos presentes a asentarnos en una posición firme y de hacer valer nuestros derechos como consumidores, exigiendo una factura legal y oficial y hacerla corresponder con la carta del lugar. Hago especial aclaración de este punto ya que se configura en la génesis de nuestro querido blog: HACER VALER NUESTROS DERECHOS COMO CONSUMIDORES.

Quiero agregar un detalle no menor: en otras oportunidades que hemos visitado este reducto del sur de la ciudad principalmente atraídos por la temperatura del liso para mitigar los calores del verano santafesino, ya he notado la hostilidad del personal de atención al público. Como que no se sienten a gusto, como que los clientes les hinchan las pelotas, llámelos como Ud prefiera pero se hacen sentir. Aspecto éste que le restará muchísmo en el promedio general. Una verdadera lástima ya que actúa como contrapeso de los puntos a favor citados anteriormente.







Calificación General
 

3.39

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